La línea delgada entre lo silvestre y lo abandonado
- jardineriaenlascor
- 26 ago
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En el jardín hay un límite sutil, casi invisible, que separa lo que parece libre de lo que parece descuidado. Diseñar en ese borde exige una sensibilidad especial, una atención constante, una mirada afinada.
Me gustan los jardines que se sienten vivos, donde la naturaleza no está contenida sino acompañada. Donde hay movimiento, espontaneidad, irregularidad. Pero también hay decisión. Porque el jardín no sucede solo: se cuida, se selecciona, se corrige.

Ese equilibrio entre lo silvestre y lo diseñado es una de las estéticas más difíciles de lograr. Requiere entender las formas naturales, pero también saber cuándo intervenir. ¿Cuándo una gramínea que crece con gracia empieza a invadir? ¿Cuándo una semilla espontánea aporta frescura y cuándo rompe la armonía o invade?

La naturaleza tiene su propio lenguaje, pero el jardín necesita edición. Y esa edición no debe eliminar lo esencial, sino revelarlo.
Hay una belleza enorme en lo silvestre. Pero para que esa belleza emerja, alguien tiene que haberla percibido primero. Y luego, haber sabido darle el contexto justo.

No hay recetas para esto. Hay entrenamiento del ojo, pruebas, errores y un profundo respeto por el comportamiento de cada planta. Hay decisiones que se toman con las manos, pero muchas otras se toman con el corazón.

Jardinear así es aprender a ver. A dejar crecer sin que se desmadre. A intervenir sin que se note. A cuidar sin que se vea. A veces, a dejar desmadrar y volver a empezar. Es, en el fondo, un ejercicio de humildad: saber que lo que parece libre, muchas veces fue amorosamente acompañado.
María de la Paz Cantarelli
Paisajista









Hermoso artículo. Me encanta la sensibilidad que logras transmitir en tus diseños.