La resistencia de las plantas
- jardineriaenlascor
- 4 jul
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Actualizado: 5 jul

Hay algo profundamente conmovedor en una planta resistente. Me despierta admiración y respeto. Esa capacidad silenciosa de tolerar, de adaptarse, de sostener la vida a pesar de todo. Mientras muchas especies se rinden ante el viento seco o las heladas persistentes, otras simplemente permanecen. No hacen alarde, no se quejan, pero resisten. Y en esa resistencia, florecen.
Existe un lugar para cada especie. El secreto está en saber encontrarlo.
Vivo y trabajo en una región donde el jardín está en permanente diálogo con las condiciones extremas: heladas fuertes en invierno, veranos secos y abrasadores, vientos que arrastran, suelos que exigen.
Por eso, al elegir las especies con las que trabajamos, no solo busco belleza: busco carácter. Y lo encuentro en plantas que cuentan una historia de supervivencia. Que tienen memoria ancestral de climas rudos. Que saben aguantar y adaptarse.

Helichrysum italicum, Agave americana, Thymus vulgaris, Nepeta mussinii, Eryngium planum, Melica macra, Perovskia atriplicifolia, Phlomis fruticosa, Euphorbia characea, son solo algunas de las que uso y observo con devoción. Algunas parecen desmoronarse en verano y resurgen con fuerza. Otras mantienen su porte sin alterar un milímetro. Hay quienes se expanden a partir de lo poco. Hay quienes se defienden con espinas.
La clave está en el origen. Conocer de dónde proviene una especie es comprender su lógica. Una planta que nació en suelos mediterráneos tolerará sequías prolongadas. Una especie de la estepa está diseñada para soportar viento, calor y frío nocturno. Un arbusto del sur cordillerano sabe mantenerse erguido frente a heladas intensas.

Comprender el hábitat original de una planta es anticipar su comportamiento. Diseñar jardines con esta información es una forma de respeto hacia la naturaleza y hacia el diseño. Y es también una forma de garantizar que lo que plantamos, perdure.
¿Qué hace que una planta sea resistente?
· Frente al frío: adaptaciones como estructuras lignificadas, reposo invernal, sistemas radiculares profundos.
· Frente a la sequía: hojas pequeñas o grises, pubescencia, acumulación de agua, metabolismo CAM.
· Frente al viento: formas compactas, estructuras flexibles, baja altura natural.
· Frente al calor: transpiración eficiente, cierre estomático, pigmentos protectores.

Diseñar jardines con especies resistentes no es solo una elección estética o técnica. Es también un gesto ético, una celebración de la adaptabilidad y una invitación a crear espacios que, como esas plantas, puedan resistir y florecer.
María de la Paz Cantarelli
Paisajista















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