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Oda a los jardineros

  • jardineriaenlascor
  • 12 sept
  • 2 Min. de lectura

Un jardín nunca está solo. Detrás de cada espacio vivo, detrás de cada planta que florece o resiste, hay manos y miradas que lo acompañan.

En nuestra región, donde el frío, el viento, el calor extremo y las heladas ponen a prueba cada brote, los jardineros trabajan en silencio, enfrentando al clima sin excusas, sosteniendo la vida verde.

Esta es una oda para ellos, para nosotras, para todos los que asumimos esa identidad: ser jardineros.



El oficio de acompañar


Ser jardinero no es solamente cortar césped.

Es detenerse a observar una planta, ver cómo responde al clima, anticipar sus necesidades.

Es saber cuándo podar, cuándo dejar crecer, cuándo intervenir y cuándo esperar.

Un jardín no se planta y se abandona: necesita manejo, cuidado, edición. Y ahí está el jardinero, presente como puente entre la naturaleza y el diseño.


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No todos los oficios implican tanta relación con el tiempo y la paciencia.

Los jardineros que conocen las especies, que leen el lenguaje de sus hojas, de su suelo, de su floración, son custodios de un saber invaluable.

Son quienes entienden que una planta no es “una más”, sino un organismo con historia, origen y necesidades específicas.


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En Bahía Blanca, ser jardinero es, además, un acto de resiliencia.


Trabajar bajo el sol del verano, con heladas que parecen no dar tregua o con vientos que doblan las ramas, exige fortaleza y vocación.



Cada jardín que florece aquí, lo hace también gracias a la constancia de quienes lo cuidan



En nuestros cursos solemos decirlo con orgullo: “somos jardineros”.

Lo usamos no solo como un sustantivo, sino como un adjetivo, como una característica que nos define.

Cualquiera que dedica tiempo a su propio jardín, que se involucra con las plantas, que aprende a leerlas, puede llamarse jardinero.

Porque ser jardinero no es solo un oficio: es una forma de mirar, una forma de habitar el mundo.



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Esta es nuestra oda: a quienes con sus manos, su conocimiento y su amor, hacen posible que los jardines existan.


A quienes saben que jardinear es mucho más que plantar: es sostener, manejar, acompañar.


Porque un jardín sin jardineros sería apenas un terreno. Y con ellos, se convierte en vida compartida.







María de la Paz Cantarelli

Paisajista y Jardinera

 
 
 

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